martes, 15 de marzo de 2022

LOS DECÁLOGOS LITERARIOS

SOBRE LOS DECÁLOGOS LITERARIOS

En mi opinión, solo sirven como un recurso primario para hacer tiempo (que no enseñar) en los talleres de escritura de nivel elemental.

Me permito dividir todos los decálogos (o casi todos) en tres partes:

Una tercera parte es de puras obviedades: ej.: hay que leer mucho para escribir bien. Gran obviedad: si no te gusta leer difícilmente te va a gustar escribir, al igual que no existe ningún gran músico al que no le haya gustado escuchar buena música.

Segunda tercera parte: Medias verdades o verdades a medias: ej: que la inspiración te encuentre trabajando. Puede que sí… o puede que no. Todos los que dedicamos algún tiempo de nuestras vidas a escribir historias, sabemos que, a veces (incluso muchas veces) desatascamos un argumento o un capítulo con alguna idea que se nos ha ocurrido mientras paseábamos, o cuando estábamos en la compra e, incluso, en los momentos de duermevela. De ahí que sea típico y tópico el escritor con la libreta en el bolsillo.

La tercera de las terceras partes: Hábitos y costumbres para escribir: cómo, dónde, cuándo… En los decálogos cada autor muestra sus preferencias para dar contestación a esas preguntas, pero por mucho que sea un gran autor el que lo diga, la única conclusión que se puede sacar de esta tercera parte es que cada uno expresa el modo personal en el que él realiza el trabajo de escribir, pero, la mayoría de las veces, no sirve para los demás, pues cada uno tenemos nuestras costumbres, gustos y rarezas.

En resumen, los decálogos literarios sirven, sobre todo, para alimentar los egos de esos escritores (normalmente populares y famosos) que se creen dueños de la piedra filosofal para escribir bien una historia, y que, en el fondo, desprecian lo que hacen los demás por considerarse superiores.   

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