sábado, 28 de noviembre de 2009

Otoño en Castilla



® Otoño en Castilla

© Autor: Antonio Blázquez Madrid


Gris en el cielo y ocre en el horizonte. El aire fresco y la luz cortada por una neblina suave. Los pájaros callados ya a esa hora. Las calles más vacías que llenas, más silenciosas que bulliciosas. Tristeza entre las esquinas. Gentes calladas. Llovizna que cala el cuerpo y a veces el alma. Son las cinco de una tarde de otoño entre las calles de un pueblo de Castilla, donde ya nadie mira al reloj parado de la iglesia.

Leer más...

jueves, 26 de noviembre de 2009

La lectura como termómetro, catalizador y potenciador de la cultura

La lectura como termómetro, catalizador y potenciador de la
cultura



Antonio Blázquez Madrid

Somos un país, España, en el que la evolución económica ha tenido un importantísimo crecimiento, pero, por desgracia, no ha sucedido lo mismo en la parte cultural, que sigue siendo raquítica, manteniendo unos bajísimos y preocupantes niveles.
Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que industrial y económicamente estamos situados entre los primeros diez o doce países del mundo, pero si se nos midiera por nuestro nivel cultural nuestra posición en el ranking caería muy por debajo de muchos otros países con menos recursos económicos.
La cultura no ha tenido nunca entre nuestros políticos y dirigentes ningún interés y mucho menos preferencia, y lo que es peor, tampoco ha sido ni es una preocupación para la mayoría de los ciudadanos, que valoran más el nivel económico alcanzado por cualquiera de sus vecinos que el grado cultural que posean.
¿Y por qué este degradante y bajo nivel cultural si hoy en día todos, desde muy pequeños, tienen un colegio a donde ir, y además es obligatorio pasar un importante número de años asistiendo a clases de unas y otras materias? Algunos dirán que el problema es el nefasto sistema educativo que nos imponen, otros que el bajo aprovechamiento de los alumnos, pero yo tengo mi propia teoría: el gran problema existente es la palabra. Sí, la palabra. Da pena oír hablar a mucha gente que incluso tiene en su currículum algún título universitario. ¿Y por qué la palabra?, se preguntaran algunos, pues porque la palabra es el gran potenciador de la cultura. ¿Y dónde podemos encontrar las palabras?, en los libros. ¿Y cómo se extraen las palabras impresas en los libros? Leyendo, leyendo, leyendo. He aquí el principal motivo del escaso nivel cultural que nos rodea: ¡no se lee! Es un país donde casi nadie lee.
Aunque las encuestas y las estadísticas nos vienen a decir que hay un 40% de ciudadanos que leen, yo me niego a aceptarlo, pues cuando hago mi propia estadística en mi propio entorno (que no es de bajo nivel económico ni social), me doy cuenta que realmente en ese porcentaje se incluyen a todos aquellos que han tenido un libro en sus manos alguna vez, pero que de verdad no leen ni nunca han leído, y lo que es peor, no tienen intención de hacerlo. La desalentadora conclusión a la que llego es que el porcentaje de los que le dedican algún tiempo real de su vida a la lectura es como mucho de un 20%, eso siendo generoso. Y la lectura es el catalizador de la cultura; es más, yo diría que es un catalizador esencial de la cultura, y al igual que sin un catalizador no es posible ninguna reacción química, asimismo sin la lectura es difícil que haya un nivel cultural mínimamente aceptable.
Si queremos saber dónde está situado culturalmente un pueblo, solamente tenemos que conocer el número real de los ciudadanos que leen, un exacto termómetro que nos dará la medida exacta de su nivel. (En este punto, quiero que quede constancia de la excepción que, por justicia social, hay que aplicar en esta regla a esos pueblos y gentes que tienen una vasta cultura tradicional basada en la oralidad, y que no han podido plasmasla en los libros por falta de medios económicos o materiales. Esas culturas, heredadas palabra a palabra, son dignas de sana envidia, y en modo alguno están por debajo de la nuestra).
En este país se sigue prefiriendo oír a televisivos variopintos antes que tomar entre las manos un libro, y muchas veces algunos lo cogen sólo para leer y recordar el título, por si les preguntan si han leído alguna vez algo en su vida.
Si queremos que nuestro nivel cultural esté en el lugar que debería por nuestro desarrollo económico, habría que conseguir que nadie acabara un año sin leer al menos un libro, pero yo, he de reconocerlo, que me doy por vencido de antemano.

Antonio Blázquez Madrid-Noviembre/2009

Leer más...