jueves, 24 de octubre de 2013

Esos mal llamados concursos "literarios"

En los fallos de los concursos, mal llamados literarios, nos encontramos casos “chistosos”, como el del Museo de la Palabra (concurso de microrrelatos ya desprestigiado totalmente, a pesar de su corta vida), otros insípidos como el de los “abogados”, otros donde nos cuentan la vida de su gato, cuando murió atropellado por un vehículo de cuatro ruedas y motor ruidoso (sin saber que eso se llama automóvil). También hay bases de determinados certámenes que nos instan a contar historias sobre los dolores de estómago o las alergias del verano, o a defender los derechos humanos (siempre que sean políticamente correctos) y también los inhumanos, y… más y más y más, sin que la literatura aparezca por ninguna parte. ¿Tienen derecho a tener su propio espacio los “chistosos”, y los “abogados”, y los “gatunos”, y los defensores de todo y de nada, y los que padecen dolor de estómago, alergias y enfermedades varias? Por supuesto que sí. Pero alguien tendría que poner algo de orden en todo esto, para no confundir la literatura con los chistes, ni con las enfermedades, ni con esas otras historietas tan diversas y variopintas. ¿Y quién debería intervenir para diferenciar lo que es un certamen literario de lo que es un concurso de chistes (por muy buenos que sean)? ¿Y quién debería explicar las diferencias que existen entre un relato/cuento literario y una bonita redacción de hechos sobre temas diversos, vividos o padecidos? A mí solo se me ocurre pensar que ahí tendría que estar nuestro insigne Ministerio de Cultura, marcando, o al menos sugiriendo, unas normas sencillas, pero clarificadoras, de modo que en las bases de los certámenes convocados por las diversas entidades, asociaciones o fundaciones, quede perfectamente claro el tipo de obra o trabajos que pretenden premiar, para que cada cual sepa dónde y por qué participa. Pero, como todos sabemos, nuestros ministros de cultura a lo que menos tiempo le dedican es, precisamente, a la cultura, por lo tanto, tendremos que seguir tragándonos concursos de chistes e historietas varias disfrazados como si de “verdadera literatura” se tratara, que eso luce mucho para la foto cultural de nuestros ilustres dirigentes y políticos. Yo pensaba (ignorante que soy) que solo existía la tele-basura, pero me voy dando cuenta que también existen los libros-basura y los concursos-basura. Y, por supuesto, un Ministerio de Cultura-basura.

Antonio Blázquez Madrid

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